Ilmo. Sr. D. Carlos Álvarez Varela
Rector

D. José Luis Ramos Souto
Formador y Administrador

D. Ricardo Vázquez Freire
Director Espiritual

El Seminario Mayor es el lugar querido por la Iglesia –desde el concilio de Trento– para la formación de los futuros sacerdotes seculares. Es necesario que los candidatos a recibir las Órdenes Sagradas cumplan un tiempo mínimo de estancia en el Seminario hasta que se vean cumplidos los objetivos propios de la formación sacerdotal.

La formación en los Seminario Mayores está regida en España por el Plan de formación sacerdotal para los Seminarios Mayores. La formación para el ministerio presbiteral publicado por la Conferencia Episcopal Española con la debida aprobación de la Santa Sede. En él se explica qué es un sacerdote diocesano y qué tipo de formación le corresponde candidato a este estado de vida.

Los jóvenes que ingresan en un Seminario Mayor lo hacen porque sienten la llamada de Dios al sacerdocio ministerial, Dios los llama a ser seguidores especialmente cercanos de Jesucristo, configurándose con Él en todo. El ministerio del sacerdote es la proclamación de la Palabra de Dios y la administración de los sacramentos, en líneas generales, sabiendo que en el momento de la Ordenación deberán prometer la obediencia a su Obispo, el celibato apostólico y la celebración diaria de la Liturgia de las Horas. A esta vida del presbítero debe tender toda la formación impartida y vivida en el Seminario.

Esquemáticamente, la formación el Seminario pivota sobre cinco dimensiones distintas, pero íntimamente relacionadas: la formación humana, la formación espiritual, la formación intelectual, la formación comunitaria y la formación pastoral.

La formación humana es la que educa al joven como persona humana, en todas las virtudes necesarias para el desarrollo integral del individuo con un equilibrio afectivo interno y con un saber estar externo, fundamental para la persona misma y para su trato con los demás.

La formación espiritual trata más específicamente del aprender a tratar íntimamente con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, esto es, lo que denominamos vida de oración. La forma privilegiada de encuentro con Dios se da a través de la liturgia, la cual es preciso ir viviendo cada vez más eficazmente. Esta dimensión es central en la vida de un sacerdote, porque ha de ser intermediario entre sus hermanos los hombres y Dios, debe presentarle al Señor todos los problemas del mundo, al igual que los suyos personales, dentro de la conversación diaria e íntima con Dios.

La formación intelectual es la que el seminarista ha de ir adquiriendo durante los años de Seminario en los estudios filosóficos y teológicos que debe cursar. Los estudios filosóficos vertebran la cabeza para la posterior profundización en los estudios teológicos sobre el misterio de Dios y toda nuestra fe. Hoy en día es básica una buena formación intelectual, porque debemos de comprender lo que creemos para dar razón de nuestra fe a nuestros hermanos los hombres.

La formación comunitaria es necesaria por la propia dinámica de vida en un Seminario, en el cual hay un grupo de jóvenes que se sienten llamados al sacerdocio y viven juntos el día a día de su vocación, junto con sus Formadores. Es imprescindible un trato de amistad con los que el día de mañana vamos a formar el presbiterio de la diócesis, al igual que nos enseña cómo ha de ser la vida en sociedad, que no es otra cosa más que una comunidad.

La formación pastoral es la dimensión que enseña a los seminaristas cómo es la vida activa de un sacerdote en el lugar donde esté destinado: la vida parroquial, básicamente. Debe formarse en cómo se ha de ejercer el ser pastor de una determinada comunidad de cristianos, cómo guiarla, cómo evangelizarla, cómo ayudarla, cómo administrarla. Esto solo se puede aprender con el contacto directo con la realidad, lo que se hace los fines de semana en una parroquia determinada, con un sacerdote.

Estas dimensiones de la formación son todas indispensables para ser sacerdote hoy en día, porque no son más que el desarrollo que debe hacer en su maduración personal cualquier persona, cuánto más un cristiano y cuánto más uno que va a ser sacerdote para el servicio a los demás hermanos.